A principios de diciembre del año pasado, en la localidad patagónica de Epuyén –situada en la provincia argentina de Chubut, a unos 1.700 kilómetros de Buenos Aires–, se registró un brote de hantavirus, transmitido por ratones colilargos. Nueve personas han muerto y las autoridades se ven obligadas a tomar medidas para evitar más contagios. De momento son 26 casos confirmados, que incluyen a los fallecidos, según el último comunicado oficial, del 11 de enero.
Martín Zacchino, juez penal de la ciudad de Esquel, emitió este viernes la orden de aislar por 30 días a 85 residentes de Epuyén que tuvieron contacto con vecinos que dieron positivo al hantavirus o son sospechosos de tenerlo. Los aislados no podrán salir de sus casas ni recibir visitas –el incumplimiento del mandato judicial puede conllevar penas de seis meses a dos años de prisión–, mientras que las autoridades locales deberán garantizar las necesidades sanitarias, alimentarias y sociales de estas personas.
Tras el brote que mantiene en vilo a la provincia cordillerana, las autoridades de Epuyén decidieron suspender por 40 días todo tipo de reuniones; el lapso corresponde al tiempo estimado de aparición de los síntomas del virus. En la localidad de El Maitén, las reuniones, en el caso de su extrema necesidad, no deben durar más de 20 minutos.