(Página Siete).- Con su vida, 324 guardaparques cuidan las 22 áreas protegidas de Bolivia que -según el Plan Estratégico del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap)- son el 23% de la superficie del país, lo que equivale a 25.267.363 de hectáreas. Es decir, que en promedio cada uno debe proteger 77.985 hectáreas.
Hasta la fecha, 16 perdieron la vida y otros dos permanecen desaparecidos. Pese a que en 2015 las autoridades comprometieron subir la cantidad del personal, la situación no ha cambiado.
El año pasado, el Sernap y el Ministerio de Educación trabajaron de forma conjunta en un programa de “Formación de Guardaparques como Agentes de Conservación” para la gestión integral y conservación de las áreas protegidas. Tendrá vigencia hasta marzo de 2020.
De acuerdo con datos del Sigep Móvil del Ministerio de Economía y Finanzas, el presupuesto designado para el Sernap para 2019 es de 65.674.403 de bolivianos.
Un trabajo de sobrevivientes
“El guardaparques es un ser humano que conserva a otras especies. Trabajamos las 24 horas del día, por 24 días seguidos. Sólo entonces regresamos a nuestras casas por seis días, a descansar”, cuenta uno de ellos. Prefiere no revelar su nombre, por seguridad.
Las labores de los guardaparques son vigilancia y monitoreo de la fauna y la flora. Sin embargo, su actividad es múltiple, pues no saben con qué tipo de amenazas o depredadores se encontrarán.
“Hoy salimos del campamento sanos, pero en la tarde no sabemos si volveremos vivos o muertos. Hay riesgos de encontrar un animal salvaje hambriento, cazadores, narcotraficantes nacionales y extranjeros. El río puede ahogarte o un incendio quemarte. Estás lejos de todo”, lamenta otro guardaparques.
La mayoría de las veces son oriundos del lugar porque ya conocen el terreno. Así fue que hace nueve años, cinco de ellos y una autoridad del Área Natural de Manejo Integrado (AMNI) San Matías emprendieron un patrullaje en Laguna La Gaiba, en la comunidad Santo Corazón de Santa Cruz. Cuatro personas perdieron la vida.
“El 3 de septiembre del 2010, estábamos patrullando montados en el deslizador. De pronto hubo oleada y el conductor perdió el control. Nos volcamos en medio de la bahía a las 9:30. Tratamos de levantar el deslizador, pero no pudimos. Mis compañeros se quedaron pasmados, mientras que Jacinto y yo decidimos arriesgarnos y tratar de salir nadando hacia una isla”, cuenta el sobreviviente Agustín Chonaca Cabrera.
Relata que nadaron aproximadamente cinco horas hasta que llegaron a una orilla. Ese día llegó a la región “un tremendo ‘sur’ (viento)” que causó que sus compañeros que se quedaron atrás perdieran la vida. Ellos eran Donato Bejarano, Eladio Tacuchabu, Narciso Solís y el corregidor Pedro Aponte.
“Nosotros pasamos en la isla casi tres días, hasta que un hombre nos halló. Estábamos quemados por el combustible que se había derramado”, cuenta.
Junto a su compañero Jacinto Mercado Cuéllar fueron rescatados y hospitalizados por más de una semana. Sus quemaduras eran de primer grado.
“No fueron ni nuestro director ni el Sernap”, reclama el guardaparques. Agradece a WWF, que los ayudó con alimentación y el transporte.
“Aun así sigo trabajando. Como guardaparques cuido nuestro medio ambiente, con todo el corazón”, dice Chonaca.
Sin condiciones
Él, como otros trabajadores, tiene un contrato eventual, cuyo sueldo bordea los 3.500 bolivianos. El de los jefes de Protección apenas pasa de los 4.000.
Los guardaparques consultados concuerdan que el personal es insuficiente para cubrir las áreas protegidas.
Además, revelan que sus equipos están viejos y obsoletos. Reclaman igualdad de derechos laborales. “Lo normal es que cada uno cubra unas cinco hectáreas, pero somos pocos. Por ejemplo, el Kaa-Iya (Gran Chaco) tiene una superficie de 3.441.115 hectáreas y sólo 24 guardaparques. El Madidi tiene 1.895.800 hectáreas y son sólo 26”, afirma uno de ellos.
Dentro del territorio boliviano hay 22 áreas protegidas, algunas de ellas son amenazadas por la tala de árboles y otras actividades que las dañan.
Mártires de la conservacíón: lista de la Abolac
La Asociación de Guardaparques y Agentes de Conservación informó que 16 de sus miembros fallecieron en servicio. La lista empieza en 1995 con Clemente Cruz, quien murió ahogado en un río de El Amboró cuando buscaba a un cazador.
En 1998, Fortunato Calacauqui realizaba un patrullaje en Apolobamba y fue acribillado con ocho tiros por cazadores de vicuña.
En 2000, Juanito Mamani fue embestido por un vehículo en Bulo Bulo. En 2004, Francisco Geronimo Guaji falleció en servicio ahogado en el río Isiboro, en el Beni.
En 2006, Óscar Puyasaca falleció después de un patrullaje por un paro cardiaco. Ese mismo año, Cándido Jurado tuvo un accidente de motocicleta en un traslado de campamento, en Sama. El 2009, Daniel Socaza perdió la vida en un accidente de tránsito.
Donato Bejarano murió en 2010 por naufragio en San Matías. Desde el accidente Narciso Soliz y Eladio Tacuchaba continúan desaparecidos.
En 2012, Federico Rodas tuvo un paro cardiaco complicado por el mal de Chagas y falleció en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado AMNI.
Por enfermedad también fallecieron Lucio Ruht (2006) en Kaa Iya, Félix Cardona (2009) en Amboró y Víctor Barrera (2012) en Apolobamba. En Pilón Lajas murieron Vicente Chura (2013) y Andrés Martínez (2014).
Según informan, hasta la fecha hay dos fallecidos más, que no están registrados en esta lista de Abolac.
22 áreas protegidas
- Sernap Hay 22 áreas protegidas de interés nacional. Sajama, Tunari, Isiboro Securé, Apolobamba, Eduardo Avaroa Manubrio, Noel Kempff Mercado, Estación Biológica del Beni, Amboró, Toro Toro, Tariquía, Cordillera de Sama, Carrasco, Pilón Lajas, Cotapata, Madidi, Kaa-iya del Gran Chaco, El Palmar, San Matías, Otuquis y Iñao.
- Visión Dentro de las competencias y atribuciones del Sernap está el “fortalecer la articulación entre el nivel central del Estado y las entidades territoriales autónomas para un desarrollo progresivo de los mecanismos de protección y gestión de las funciones ambientales”.
- Misión Esta institución descentralizada debe coordinar el funcionamiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, garantizando la gestión integral de las áreas protegidas de interés nacional, a efectos de conservar la diversidad biológica en el área de su competencia.
Temen despidos y Sernap no responde
Página Siete recibió la denuncia que señala que “los fondos económicos del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) estarían disminuyendo, dado que gran parte de éstos provienen de organizaciones internacionales que cesaron sus aportes a Bolivia”. Los guardaparques temen por su trabajo.
No hubo respuesta para la solicitud de información, pese a haber pedido una entrevista con el director del Sernap, Abel Mamani, mediante carta, llamadas y visitas. De acuerdo con datos del Sigep Móvil, la Unidad Central en 2018 ejecutó 25.190.595 bolivianos y en lo que va del año ya ejecutó 18.840 705.