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Los expertos en guerra sucia y desestabilización

(Cambio).- Luego de copiar parte de la estrategia de Mauricio Macri, Carlos de Mesa ahora intenta mostrarse como una víctima de la guerra sucia, sin embargo, él y Gonzalo Sánchez de Lozada tienen experiencia en campañas negativas, ya que aplicaron esas herramientas en 2002 para demoler a su adversario con el apoyo de la empresa Greenberg Carville Shrum (GCS) Consulting Political, de EEUU.

De Mesa y Goni, ambos del MNR, utilizaron ese año la guerra sucia y la desestabilización para demoler a Manfred Reyes Villa, quien estaba favorito en las encuestas (el periódico La Razón le otorgó el 40% de intención de voto), mientras que la dupla apenas tenía 18% de preferencia electoral.

Por ello, Goni-De Mesa contrató a la empresa GCS, que aplicó una agresiva campaña de guerra sucia contra Reyes Villa (NFR) para que caiga en las encuestas y se disperse su apoyo electoral entre el resto de las postulaciones.

“Debemos iniciar campañas negativas contra él. Debemos transformarlo de un candidato limpio a un candidato sucio. Esa es nuestra tarea”, recetó Tal Silberstein, management consultant, al binomio Goni-De Mesa, según el documental Nuestra marca es la crisis, difundida por la cadena HBO.

La guerra sucia, que se aplicó mediante terceras personas, incluyó spots televisivos sobre una supuesta mansión millonaria de Reyes Villa, su vinculación con una secta religiosa (Moon), una foto con el golpista Luis Arce Gómez, su vinculación con el fascismo, el pintado de paredes y un desafío a debate. Toda esa campaña se acompañó con un spot que decía: “Manfred ya pues, responde”.

Ese plan de enlodar al adversario incluyó la campaña para que la prensa “indague aspectos negativos” de Reyes Villa.

Para ello, el equipo de Goni-De Mesa preparó dossiers informativos, tours de medios y una agenda de contactos para inducir a los periodistas a buscar en el pasado de Reyes Villa y provocar la duda del electorado. Uno de los operadores del plan fue Mauricio Balcázar, yerno de Sánchez de Lozada.

Por otro lado, los asesores les pidieron a De Mesa y Goni “mostrarse con gente, tocar a la gente”.

Por si fuera poco, parte de la guerra sucia impulsada por Goni-De Mesa fue inducir, vía asesores estadounidenses, el crecimiento de otras candidaturas con el fin de dispersar el apoyo electoral que tenía Manfred Reyes Villa.

En ese sentido, el entonces embajador de EEUU en el país, Manuel Rocha, pidió no votar por Evo Morales, lo que disparó el voto antiimperialista y rebelde de los bolivianos e hizo que el postulante del MAS creciera en la preferencia electoral.

Este crecimiento electoral de Morales (20,9%) tuvo como consecuencia una disminución del apoyo a Reyes Villa (que bajó de 40% a 20,9%) y una victoria del binomio Gonzalo Sánchez de Lozada-Carlos de Mesa (22,5%).

Es decir que, en unos 100 días de campaña, funcionó la guerra sucia de la empresa Greenberg Carville Shrum (GCS) Consulting Political, contratada por el binomio Sánchez de Lozada-De Mesa para destruir la postulación de Reyes Villa.

Este recuento, que puede ser fácilmente verificado en el documental Nuestra marca es la crisis (https://www.youtube.com/watch?v=X-wHQpnSLe8), evidencia que quienes conocen y aplicaron todas las técnicas y tácticas de la guerra sucia son Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos de Mesa.

A pesar de estas evidencias, el aspirante de CC se presenta como inocente víctima, quizá para eludir responsabilidades ante la arremetida que se prepara contra Evo Morales.

“El plan es darle durísimo los últimos 90 días porque tenemos plata para eso y sabemos que el 80% de los indecisos decide el último mes”, adelantó Diego Ayo, entonces vocero de Carlos de Mesa, en una entrevista concedida a Página Siete el 30-6-2019.

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